Los tangos que no aprendí a silbar
Las veredas por donde anduve
Desparramando el vino y la vida
Los rincones que no encontré para llorar
El mazo de la baraja, los vasos sucios.
Las gansadas que insisto en llamar poesía
Los parches mal cosidos que cruzan
De arriba a abajo mi alma
La billetera que perdí con el amor adentro
En una cuneta de Malvin, bajo una sudestada.
Las razones que me faltaron para escribirte
El coraje que nunca tuve (que no tengo)
Las esperanzas empeñadas
en un escaparate de calle Colonia
La tarde que fuimos al cementerio inglés, el sabor a fresa de tu boca
La eterna colección de boletos en el fondo de los bolsillos
Nuestros ojos… intercambiando heridas
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