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viernes, 24 de diciembre de 2010

JAPI CRISMAS (O JAPI KRISHNA, cualquiera)

CORAZÓN VISTO POR SU CARA ANTERIOR - Prosa XXV

Creo en la inmensidad de mis apegos, en el ciego maleficio de mis dudas, en mis noches, burbujas de alquimia con flores de luz, suelo de mis estrellas sembradas.
Creo en los caminos más largos, en el reflejo de mi rostro en las nubes, en la sombra del manzano cuando anochece en el corredor, en el corredor donde aún caminan mis parientes fantasmas, todos los niños que fui, con sus ojitos negros, brillantes, soñadores.
Creo en el verde de las botellas del galpón, la opaca esperanza de su vidrio habitado, en el zumbar de la siesta en la cocina y el olor a jabón del agua de la batea.
Hoy anduve por los canteros del fondo, por todos los canteros de todos los fondos, por los caminos de laja del recuerdo, zigzagueando entre colores y banderas de papel.
Anduve por las tumbas de los perros, por la cuerda de la ropa, con el mentón manchado de frambuesa y los pies desnudos abrazando la tierra negra.
Cruce por el humo de tantas Navidades, tantas nochebuenas bajo lamparitas de 60, con su olor a lechón y a pólvora, con los trocitos de fruta brillando en el clericó bajo los fuegos de artificio... y anduve por la voz de mis amigos, sus manos y sus ojos, su inconsciencia de volverse parte de mi mirada aunque pasen los años y sus rostros se vayan haciendo uno...
Creo que tal vez me urja llorar al terminar éste párrafo, llorar con el llanto de viejos faroles abandonados a la lluvia, lágrimas de azules inocencias, pájaros manchados de hollín en mis ojos, desconsuelo de cunetas anegadas de abril...
Pero no importa porque creo.
Creo en la belleza de lugares que no he visto, en las fiestas y las plazas, en los ojos de las mujeres que pueblan de espinas y dulzura mi memoria, en sus caderas y sus hombros.
Creo en las estrellas fugaces y sus deseos cumplidos, en mis abuelos y mis padres, en las palabras de amor susurradas por los grillos y en los acordes que arranca de mi alma el infinito.