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jueves, 13 de enero de 2011

CENTAURO UNO

CORAZÓN VISTO POR SU CARA ANTERIOR - Prosa XIV

Lo peor es que el jueves apenas zarpa, cargado de proscriptos, y lo que falta de la noche encalla en cárceles de aire que el viento forja y lastima mi soledad con su llanto.
Quiero escribir sobre las musas negras que acampan en mi lengua, quiero deletrear sus nombres arcanos, su voz que devora tempestades, quiero sorber la sal de sus nucas heladas y cifrar su canto con mis dedos, como un heraldo de su vuelo nocturno.
Quiero dejar de vivir en el culo de mi alma y tomar tranvías vacíos para llegar hasta las cosas, mudar mi tiempo a lugares mejor iluminados donde amanezca de vez en cuando.
Tengo ganas de ir a todas partes pero no puedo hacer más que caminar en direcciones erradas. El tiempo ha traicionado mi mirada y no queda nada en los estantes de mayo donde una vez habitaste.
Es de noche, estoy seguro, afuera se descorre un rumor de almacenes que cierran, en pleno junio. Los cajones se amontonan sobre la fruta aplastada en el torpe gris de las veredas. Siento el espesor del cemento bajo los pies, el camino amoratado de las rutas que pasan junto a las fincas abandonadas en los caminos. Siento la necedad de mis necesidades acorralarme contra paredes sin revoque, en el remanso de mi vida, justo cuando faltan cinco minutos para que salga mi tren fantasma, directo hacia un país que ya no existe, sepultado en su indolencia, pisoteado por miles de vacas estúpidas que se paran en medio de las carreteras a mirar sin mirar los camiones.
Tengo ganas de olvidar la soledad en la mesa de alguna fonda anónima, donde uno pueda comer ravioles con salsa y tomar vino barato, y esperar que pare la lluvia mientras los ojos se le desparraman por la vereda, la cuneta, el desagüe. Mientras no queda un viernes en pie a pesar de las fiestas, las lamparitas verdes y rojas, el confeti, los cabezudos... mientras aun sea tarde para empezar a escribir todas las cosas que se escriben con las persianas del alma bajas.
Tengo ganas y no gano para disgustos con las ganas que tengo.
Tengo un tango a rajatabla, un si bemol secuestrado en la punta de mi lengua, un ardid para engañar mariposas, aunque no sea octubre y las ramas de los fresnos se tuerzan al cielo como blasfemando de frío.
Hoy parten los buques al país que llevo hundido en algún lugar de mi vida.
A esta hora están estibando en sus bodegas las piezas de mi corazón desmantelado en el muelle, que pasó la noche bajo el sereno de un miércoles nublado.
A esta hora no hay aleros para mis ojos, ni hay flores en la frontera, ni hay donde caerse muerto, ni hay tu tía.
Es como tener llovizna en las pupilas y no saber cómo borrarla, y andar con el corso a contramano por este andamiaje de calles y esquinas que zumban, ese eterno desencuentro con mis dioses.
Y eso no es lo peor. Lo peor es que el jueves apenas zarpa cargado de proscriptos y con mi corazón desmantelado en sus bodegas.