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miércoles, 2 de febrero de 2011

CORAZÓN VISTO POR SU LADO ANTERIOR- Prosa IX

Mis versos están contados. Poco hay para hacer a ese respecto.
Estuve torciendo la noche para escurrirle algunos cantos, pero sólo chorrearon estrellas y galaxias, y no supe que hacer con ellas más que soltarlas en el arroyo. En el café no había nada. Tampoco en mis ochavas favoritas.
Rebusqué un poco aquí y allá, encontré tempestades y horóscopos, algunos prólogos averiados, dos mapas de Macondo, un frasco de luz de luna importada y un almanaque del año del golero.
Y así salí a la calle, estupidez en mano, paso trasnochado, milongueando preguntas masticadas ya mil veces y siempre desconocidas, con la duda jodiendo como un pedazo de carne entre el canino y la encía, entre las tripas y el alma. Salí disimulando el fastidio de arrastrarme en el fondo del aire, un cangrejo con ropa que piensa cosas que no entiende, burlesco remedo de algún dios imbécil.
Volví cavilando entre el apagón y la puerta, con una tormenta a la espalda, a tientas y solo,
Volví y mi casa estaba muerta. Jarrones y sillas convalecían de penumbra. Marrones y leprosas, estaban muertas las paredes, entré malesquivando muebles invisibles, incómodos emisarios de la rutina. Era tarde en la noche
Volví con olor a ginebra y catálogos sucios, como un forastero bajo mi piel , ajeno a los vacíos que me llenan.... Volví con los versos contados y mi casa estaba muerta.