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lunes, 17 de enero de 2011

LA DESVENTURADA EXPEDICIÓN DEL GENERAL LEPIFIÉ

Nota del autor (es decir mía): Para poder entender el texto anterior tenía que publicar éste, así que leanlos en orden inverso... si quieren.


Mirando a través de su catalejos, el general Le Pifié dudó por un segundo que se tratara de ingleses, aquel pintoresco grupo de jinetes sobre la otra colina. Estaban casi desnudos y llevaban plumas en el pelo y collares de huesitos.
Sin duda se trataba de algún camuflaje improvisado por los británicos para despistar y desmoralizar a su tropa.
"Por suerte están bastante lejos, así podremos preparar la defensas" comentó en perfecto francés (lo cual es lógico porque él era francés)
"Disculpe mi general, pero tiene el catalejos al revés" le corrigió su ordenanza(1)
En ese momento los ingleses, que no se hallaban a más de cincuenta metros se lanzaron en una impresionante carga amenizada con gritos y silbidos
Jean Jaques Le Pifié dispuso entonces en cuadro a su tropa con tal celeridad que parecía más bien un cuadro de Picasso (o un cuadro gripal) y se dispuso a resistir, mientras daba la orden de cargar al quinto cuerpo de caballería ligera. Este arremetió con tal ímpetu que cruzó incólume la línea enemiga, perdiéndose a toda velocidad en la lejanía.
"¡Si al menos nos enviaran refuerzos!" Exclamó el coronel Champignon(2) , ofuscado por la gritería y con el uniforme lleno del confeti que lanzaban los enemigos para hacer más bulto.
"¿Le parece momento de pensar en comer?" Le arrostró indignado el general . Ahora también caían serpentinas, una de las cuales se enredó en el pomo de su espada, lo que dificultó enormemente extraerla.
Mientras su tropa veterana respondía al ataque como era habitual: en total desorden y los ingleses causaban estragos, el campo de batalla se transformó en una completa carnestolenda.
El general miró en torno aturdido. Por allá uno de sus hombres era atravesado por una lanza, otro se retorcía en el suelo con la cabeza partida de un sartenazo, más acá el coronel Champignon se retorcía también, pero de risa, horriblemente torturado por dos enemigos que le hacían cosquillas en la barriga.
La cantidad de confeti y serpentinas aumentó a tal punto que ya casi no podía ver, el barullo de pitos, bombos y platillos se hacía enloquecedor. Un cabezudo de papel maché cruzó entre el humo, justo antes de que Le Pifié girara para enfrentar a un enemigo que sintió acercarse por sus espaldas. Este traía entre sus dedos una cáscara de mandarina que apretó frente a los ojos del general.
Enceguecido, cayó de espaldas sobre el cadáver sonriente del coronel. Jamás se volvió a saber de él ni, por supuesto, del quinto cuerpo de caballería ligera...

(1) También en francés, pero no tan perfecto
(2) Esto también en francés.