La luna baila en la cintura del cielo como una gota de locura blanca y lampiña. Debajo se aprietan las nubes sobre calles apáticas y solas y un horizonte vago de perros que ladran a tientas hunde sus luces pequeñas en el silencio.
Hoy mi boca está turbia como el fondo de una copa... paso por ventanas que duermen arropadas de viento, lleno de antónimos, perdido en ciudades inmundas.
He sufrido la congoja de la muerte blanca de los estuarios, del miedo de las estatuas amargas, he roto las almas que la noche me ofrece... cánticos secretos de la nada