Negro.
Almas entornadas, servidas al ras, carreteras que abren la carne como dagas de asfalto, animales del crepúsculo trepando en la voz. No se puede pensar en esta penumbra atestada de siglos, con todas esas venas llevando la duda por las horas.
Negro.
La pasión decanta en el fondo de las copas, en los suburbios del paraíso.
Hay un racimo de flores volcadas en el viento, una emboscada sin víctima presagiada en la borra, el sedimento negro del pecado mutilando la noche.
Y el corazón negro y negra la luz tras la cortinas
Como el hollín, negro... como el cuerpo del río mojado con la luna.
Hay unas como ganas de llorar contenidas en el ronco gris que sostiene el paisaje, y la noche, desnuda de estrellas, sigue su rumbo de nubes desbocadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario