¿Acaso es el momento de suspender el café para salir al corredor a buscar querubines? ¿Acaso perderá la cuenta el reloj de los minutos que me reprocha? ¿Acaso es la carne del silencio la que se parte en cuartos y pasillos y cruje al darse vuelta, dormida?
De madrugada todas las calles llevan a Luvina, todos los osarios se abren, toda luz es un robo a la noche.
Se ve en los ojos asustados de los perros que siempre llevan prisa, se ve en el resplandor de la luna que palpa los muros como un flácido molusco: la esencia del infierno es la soledad. Ni los demonios se atreven a sufrirla.
¿Acaso las horas crecen por la noche como plantas amargas? ¿Acaso duele más la belleza por su efímero existir que por poner lo horrible en evidencia? ¿Acaso cabe la esperanza de librar el alma de los símbolos que la encadenan?
De madrugada los mares se vuelven grises o casi no existen, los solitarios siempre se pierden, el dolor se vuelve un viento rancio que arrastra al corazón a los peñascos... de madrugada todas las calles llevan a Luvina.
me encanta, me parece una poesía muy inteligente, la leo detenidamente para saborearla bien, me parece también que en varias de tus prosas hay esa cosa de ciudad, de una gris ciudad, si se quiere.
ResponderEliminarSaludos Fede, seguí posteando estas joyitas que me gustan
Gracias Martín. Viniendo de vos no puedo negar que es un elogio enorme... y sí, la ciudad nocturna y desesperada es un lugar muy común en mi pluma. el proximo es de humor pero luego sigo con el Corazón. Saludos
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