¡Lamento la persecución con la que trato estas líneas! A veces la amargura alcanza mis escenarios y los devora como algún fuego helado y fatuo, a veces la furiosa textura del silencio me fatiga con su penumbrar indigente, y hasta los versos se me echan en contra, mordiéndome la voz, que sangra medio muerta por mis papeles.
Lamento la torpeza de mi existir tan lleno de carne, venas y saliva. He adivinado mi alma en los buzones, pero nunca pude hallarla en este pobre sortilegio de huesos . A veces el amor me cicatriza ahí, sobre la mesa, y el mal tiempo lo llena de larvas que, implacables, lo devoran
Lamento la inocencia de estas líneas perseguidas... ¡lo siento tanto!
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